Francisco Soria, médico geriatra del Hospital Sur de Alcorcón y del Hospital Infanta Elena de Valdemoro, confirma que es un problema frecuente en la población de mujeres mayores: “probablemente hasta 50% de las mujeres y 15% de los hombres lo padece y, de hecho, en algunos estudios se aprecia 60% o más de personas dentro del ámbito de las residencias geriátricas presentan dicho problema”.
“El problema está en que muchas veces”, apunta Soria, “los médicos no preguntamos por este problema y además los pacientes se pueden sentir avergonzados por una situación que muchas veces es considerada como parte normal de la vejez y no es así. La incontinencia urinaria es un factor de riesgo para aislamiento social y familiar.”
Cuando un especialista valora la incontinencia urinaria determina la frecuencia el grado en el que la incontinencia afecta las rutinas diarias, si es de pequeñas o grandes cantidades, si empeora con la tos o los estornudos y si hay que darse prisa para ir al baño para evitar que se produzca un accidente por incontinencia.
Existen varios tipos de incontinencia: la primera sería la provocada por el stress, “se refiere a pérdida de pequeñas cantidades de orina por pequeñas aumentos de la presión abdominal como con la risa, la tos, los estornudos”. Esto sucede cuando el músculo que mantiene la vejiga cerrada pierde su fuerza, en las mujeres tras los embarazos y los partos y en los hombres tras la cirugía prostática. Hay también una incontinencia urinaria de urgencia que comprende pérdida de grandes cantidades de orina con poco o ningún síntoma previo de alarma. “Esto puede ser causado por infecciones urinarias, enfermedad cerebral o demencia” apunta Soria.
La incontinencia por rebosamiento refleja la pérdida de pequeñas cantidades de orina por incapacidad de vaciar la vejiga. “Esto pasa con frecuencia en diabéticos y en enfermedad prostática” explica el geriatra que apunta a otros tipos como la incontinencia mixta (cuando hay mezcla entre distintos tipos) o la funcional que es aquella relacionada a problemas no urinarios, “pueden ser circunstancias físicas o mentales que limitan el desplazarse al aseo de forma adecuada”.
Entre los consejos, Soria recuerda que hay cosas que pueden ser útiles para combatir la incontinencia como evitar sustancias estimulantes de la vejiga como el café o el alcohol, evite el cigarrillo o las que pueden ser irritantes para la vejiga como los condimentos.
También se matiza que algunos alimentos tienen un potencial diurético y que es conveniente vigilar las medicaciones, “ya que muchas sustancias pueden empeorar la incontinencia, además debemos vigilar los horarios a los cuales se ingieren ya que si tienen un potencial diurético y se toman en horarios de descanso o cuando se ha salido de casa pueden empeorar las situaciones de incontinencia”.
Las recomendaciones contemplan la organización de un horario para ir al baño ya que “una vejiga vaciada adecuadamente vaciada no tiene incontinencia. Antes de salir de casa vaya al baño y orine y trate siempre de ubicar el aseo más cercano para evitar accidentes por incontinencia urinaria”. El ejercicio regular, un buen control de peso o llevar un listado diario de los síntomas para poder compartir la información por tu médico tratante también serían consejos.
En lo que se refiere a tratamientos para la incontinencia, el farmacológico va destinado a que la vejiga sea capaz de distenderse sin contraerse durante el llenado y que la uretra este cerrada. Los fármacos más utilizados son los anticolinérgicos por lo cual pueden tener efectos secundarios y están contraindicados en patologías como las arritmias cardíacas o el glaucoma. Existen también ejercicios diseñados para fortalecer la musculatura del suelo pélvico y otras alternativas son la cirugía, el sondaje vesical.
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