Elena Hernández García, oftalmólogo, explica que “las causas más frecuentes son los estrabismos, los defectos de graduación más elevados en uno ojo que en otro o alguna opacidad como una catarata o una cicatriz corneal” y remarca que “es muy importante la prevención, realizando controles de visión en los primeros meses de vida y a lo largo del crecimiento, prestando especial atención a los casos en que existan antecedentes familiares de desviaciones oculares o defectos de graduación”.
Cuando se detecta un niño con ambliopía, lo primero que hay que hacer es proporcionar una imagen nítida a ese ojo que ve menos, “eso lo conseguimos con gafas, si son necesarias, o mediante cirugía si fuese necesario solucionar alguna opacidad como por ejemplo una catarata” explica Hernández García.
El siguiente escalón de tratamiento es estimular el ojo vago para que alcance una visión normal y “esto lo conseguimos mediante oclusiones con parche todo el día o durante unas horas al día o bien con algún tipo de penalización”.
Este tratamiento debe mantenerse hasta finalizar el desarrollo visual que es alrededor de los 8-10 años.
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