La lactosa es un azúcar presente en la leche de los mamíferos y es lo que se llama un disacárido (lo que quiere decir que lleva dos azúcares que son la glucosa y la galactosa) y, como explica Francisco José Soria Perdomo. jefe de la unidad de geriatría del Hospital Sur de Alcorcón, la intolerancia se produce porque “en el intestino delgado tenemos una enzima llamada lactasa que es una proteína que ayuda a que el azúcar de lactosa de descomponga y pueda ser absorbida. Cuando la lactosa llega al colon sin haber sido digerida es metabolizada por las bacterias que allí viven con la consecuencia de generarse un gran volumen de gas con la consiguiente la aparición de síntomas de intolerancia a la lactosa.”
“A veces, con pequeñas cantidades de lactasa podemos digerir pequeñas cantidades de lácteos sin embargo cuando tenemos una deficiencia significativa presentamos síntomas de intolerancia siempre que tomemos lácteos”, apunta Soria Perdemo que también destaca que existen distintos tipos de intolerancia (adquiridas, temporales o congénitas) que van desde aquellas personas que no toleran la lactosa desde el nacimiento (“más raro”) hasta aquellas que progresivamente van desarrollando el problema (“más frecuente”) a personas que tienen el problema de forma temporal.
“Según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el 34% de la población española sufre intolerancia a la lactosa pero es muy difícil estimar la prevalencia de la intolerancia dada la variabilidad de síntomas” explica el experto.
Entre los síntomas, comienzan usualmente entre 30 minutos y dos horas después de ingerir el producto lácteo y se compone de diarrea, náuseas, vómitos, cólicos abdominales y sensación de gas. “Si los síntomas llegan a persistir a los largo del tiempo pueden llegar a constituir un problema para la salud del individuo y pueden llevarle a problemas de nutrición”.
Si teme padecer esta dolencia, “debemos llevar un registro de aquellos alimentos que nos generan mas sensación de incomodidad con la alimentación, de esta misma forma, cuanto tiempo pasa entre que ingerimos el alimento y aparecen los síntomas”, aconseja Soria Perdomo.
La lactosa esta contenida en muchos alimentos por lo que es probable que el síntoma se genere al ingerir un vaso de leche o como cuando se toma un yogur o un queso fresco. Además hay otros alimentos como la bollería, tartas… que pueden contener lactosa por lo que debemos ser muy vigilantes en la observación.
“Cuando somos intolerantes a la lactosa y tenemos mala digestión no es necesariamente por culpa del contenido de lactosa de dicho alimento, ya que hay que recordar que alimentos como las legumbres pueden generar distensión abdominal”, considera el doctor.
A la hora de diagnosticar, debemos consultar al médico tras registrar de forma adecuada nuestros síntomas. Se puede proceder a realizar un test de intolerancia y, una vez confirmado, debemos evitar en la dieta aquellos alimentos que generen peor tolerancia. “Es importante comentar que muchas veces, en vista de la variabilidad de síntomas algunas personas toleran mas cantidad de lácteos que otras., De esta misma forma se ha publicado en revistas científicas que puede haber ciertos yogures que contribuyan a su propia digestión dada la presencia de bacterias o también los quesos curados pueden contribuir por la maduración a su mejor digestión.”
De esta misma forma existen en el mercado suplementos de lactasa que puede ayudarnos en la digestión; entre alimentos recomendados, verduras como las espinacas, la col rizada, la cebolla, los berros, algunos frutos secos (nueces, avellanas y pistachos), pescados como las sardinas, salmón, lenguado o las anchoas y también las gambas y los langostinos contienen altos niveles de calcio.
Debemos tomar en cuenta que el 20% de los medicamentos pueden contener dicho excipiente por lo que debemos observar como toleramos dichos fármacos y nunca debemos suspenderlos sin notificarlo a su médico. Por otra parte es posible que los excipientes no generen en nosotros tantos síntomas en vista de que la cantidad de lactosa presente en ellos es pequeña en relación al presente en un alimento. Por ejemplo algunas capsulas de 20mg omeprazol contienen 2mg de lactosa y un vaso de leche de 400ml es de 12gramos (que es el umbral promedio para la intolerancia). Así como debemos llevar un diario de síntomas digestivos con la dieta, debemos cuidar la tolerancia a los fármacos, siempre notificando al médico de los cambios que vayamos a realizar.
Soria Perdomo también destaca que no es lo mismo ser intolerante que ser alérgico a las proteínas de la leche de vaca, APLV. “De todas las alergias alimentarias, es en la APLV en la que se producen más errores de clasificación” recuerda el experto.
Comentarios