Enrique La Orden Izquierdo, gastroenterólogo infantil del Hospital Infanta Elena, considera que “una buena alimentación es un pilar fundamental para sacar buen provecho a esta experiencia” y “recuerda que existe una legislación específica de cada comunidad autónoma sobre formación en Tiempo Libre y Animación, y en la realización de actividades de tiempo libre y aire libre que regula éste y otros aspectos”.
Si la actividad es al aire libre será necesario que el director adjunte a la documentación del campamento el carnet de manipulador de alimentos de todos los responsables de la elaboración de los productos que se consumirán mientras dure la actividad y en caso de que transcurra en una instalación no reconocida administrativamente como alojamiento turístico o juvenil deberá presentar además una autorización municipal para la actividad de comedores colectivos.
“Es importante una adecuada hidratación del niño ya que las pérdidas hidroelectrolíticas varían en función de la intensidad del ejercicio o la actividad y de las condiciones ambientales del lugar de emplazamiento del campamento” apunta La Orden. En aspectos concretos, el agua destinada al consumo humano deberá cumplir los requisitos de potabilidad química y bacteriológica que determinen las disposiciones vigentes y cuando su suministro no proceda de la red municipal de abastecimiento sino a través de depósitos estos deben estar protegidos de toda fuente de contaminación. En caso de que se use agua no potable (para inodoros, higiene diaria…) esta condición deberá estar convenientemente señalizada. Los monitores deben recomendar a los acampados la ingesta correcta de agua durante y después del ejercicio. Además, el agua deberá ser la bebida fundamental durante el campamento desplazando la ingesta de bebidas edulcoradas y carbonatadas (zumos, refrescos...).
El ejercicio físico interviene en la digestión y absorción de los nutrientes, al modificar la motilidad intestinal y la irrigación del aparato digestivo. Por este motivo, el planning de actividades deberá adaptarse al número y calidad de las ingestas. Lo ideal son tres comidas principales: desayuno, comida y cena y dos pequeñas, una a media mañana y otra a media tarde. El desayuno es la comida más importante del día y debe contener lácteos, cereales y fruta para compensar el ayuno nocturno y preparar al niño a la actividad de todo el día.
En caso de actividades que supongan un gran consumo energético o actividades de larga duración (marchas…) podrá integrarse la realización de un tentempié, siendo preferibles alimentos hidrocarbonados de absorción lenta (galletas, fruta…) para evitar hipoglucemias. La merienda permite al niño continuar la actividad vespertina y deberá ser variada a diario para evitar la monotonía (bocadillos, fruta, yogures…). La comida y la cena deberán garantizar una ingesta proteica suficiente pero no excesiva, ya que no aporta beneficios en el desarrollo de la masa muscular y crecimiento del niños. Según la actividad nocturna las cenas deberán ser más o menos ligeras en comparación con la comida. La variedad y frecuencia de consumo de alimentos deberá estar garantizada acorde a las recomendaciones vigentes que marca la pirámide de alimentación infantil.
“El consumo de snacks y refrescos no está reñido dentro de un ambiente lúdico pero su consumo debe ser infrecuente” considera el experto que define que son alimentos de alto contenido energético pero escaso valor nutricional que no mejoran la sensación de saciedad y cuya composición es poco saludable por lo que se debe evitar su picoteo excesivo.
La creciente aparición de alergias e intolerancias alimentarias es un motivo de preocupación para los padres. “Es conveniente por tanto, advertir de esta circunstancia a los responsables del campamento en las reuniones previas para tomar las medidas oportunas y buscar las alternativas disponibles” puntualiza La Orden. El personal docente o específico contratado debe estar formado para detectar y prevenir problemas de salud, inmediatos y a largo plazo, ligados a la nutrición.
El momento del comedor durante el campamento también es una experiencia sociabilizadora. En muchos campamentos se fomenta la independencia y autonomía del niño para servirse su propia comida y colaborar en las actividades de recogida. Además es una oportunidad para corregir el hábito de comer viendo la TV y fomentar el papel social de la alimentación, al poder hablar cada niño en un ambiente distendido con el resto de sus compañeros.
Los responsables del campamento deben velar para que la comida se desarrolle en un ambiente emocional y social adecuado. Los campamentos, por tanto, suponen una buena oportunidad para fomentar hábitos de dieta y ejercicio saludables que el niño mantenga al volver a su entorno familiar, además de contribuir para su desarrollo óptimo físico, intelectual y social.
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