“Cuando la interrupción del mismo es de manera brusca y ajena a su voluntad, supone una experiencia de pérdida que cada pareja vivirá de una manera distinta, ni mejor, ni peor” explica Miriam Sobrino, matrona del Hospital Rey Juan Carlos y sexóloga del Centro Sexorum.
Sobrino explica que, si bien es importante conocer las causas de esa pérdida, también es prioritario “tratar de comprender a quienes están ahí metidos: Una pareja, única, concreta y peculiar”.
Una pérdida espontánea se refiere a esos embarazos que terminan espontáneamente antes de que el embrión esté desarrollado para poder vivir fuera del cuerpo materno. Se considera precoz si acontece antes de las 12 semanas de gestación, o de manera tardía, antes de las 22 semanas. Este tipo de pérdidas se producen entre el 10 y el 20% de los embarazos y de estos la mayoría ocurren antes de la 12 semana de gestación (85%). “Por ahora, no hay tratamientos para evitar o prevenir que ocurran, no hay nada que las parejas puedan hacer, pero sí que hay ideas interesantes a conocer que les pueden ayudar a mejorar la vivencia de esta experiencia” apunta la matrona:
Sobrino también explica que un aborto “no limita las posibilidades de gestar un hijo en el futuro” y que se tiene que tener claro que “no es posible anticiparse ni prevenirlo, y no afecta de modo permanente al cuerpo”. El signo de alarma es el sangrado vaginal que no tiene por qué ser doloroso, ante éste es importante consultar a los profesionales.
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