A estas alturas del calendario empiezan a proliferar las bodas y raro es el parque en el que no posa marfilina una novia junto a su enamorado.
Los salones de boda llevan reservados desde hace meses y sus menús elegidos con minuciosidad por sus comensales. No en vano será allí donde celebren el día más importante de los novios, que se gastarán, presumiblemente unos 100 euros por cubierto.
Es el final de una aventura, la de casarse, que empieza con una anillo y una petición. Si, aquí en España también se estila este gesto tan cinematográfico. Existen muchas tendencias a la hora de elegir el anillo de pedida, aunque el clásico brillante diamantino nunca falla.
Aunque, sin lugar a dudas, el gran protagonista de toda boda es el vestido de novia. Elegido casi por ensueño, la novia (o lo padres de la novia) se gastan entre 700 y 1.400 euros en el traje que lucirán durante la boda, a lo que hay que sumar todo tipo de complementos: desde el velo, hasta sombreros con pedrería. Lo importante es que la novia esté espléndida el día de su boda. Aunque eso le obligue a acudir periódicamente a la tienda a ajustarse el vestido a causa del estrés.
Pero no hay que desesperar, casarse puede llegar a resultar una empresa costosa (hablando en términos de esfuerzo y de dinero), pero al final merece la pena. O eso dicen.
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