Natural de Turín y afincada en Madrid, la escultora Clara Graziolino ha desarrollado un peculiar sentido de lo artístico para transformar el espacio en representaciones de lo abstracto.
¿Y qué hay más abstracto que los sueños? La artista italiana expone los suyos en la Sala Verde del Centro de Artes Tomás y Valiente hasta el 10 de junio.
Se trata de tres instalaciones, esculturas que son en sí mismas un espacio multidisciplinar en el que se da cabida a todo tipo de materiales y formas que juegan con elementos extraños como la luz, el sonido o el aire.
Sus performances juegan así a deconstruir la realidad y transformarla en sueños oníricos con la esperanza de que el espectador encuentre en ellos un espacio para la utopía.
Para ello, Graziolino se ha basado un proceso de repetición formal como hilo conductor entre sus tres últimos trabajos. Centenares de hojas, cuencos, cucharas y todo de materiales cotidianos sirven para reflexionar, a dicho su autora, sobre “el tiempo como algo cíclico, sobre el sinsentido de las cosas y el sentido de la imaginación”.
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