El galápago europeo, que vive en aguas de corrientes lentas o estancadas, se diferencia por su color pardo oscuro, con líneas y puntos amarillos. Es una de las “joyas de la corona” biológica de nuestra región, pero a su vez es uno de los reptiles más amenazados de toda nuestra fauna madrileña.
Este galápago se ha tenido que enfrentar, con poco éxito, a las especies de tortuga california, fruto de los abandonos de particulares que se “cansan” de esta mascota y creen “liberarla” en el medio natural. Pero la california se adapta mucho mejor que la europea, por lo que ha sido la tortuga española la que ha salido perdiendo.
De ahí la importancia de no abandonar jamás animales en el medio natural, sino llevarlos a los lugares adecuados para tratarlos y recuperarlos. Ahí incide nuestro invitado, Jaime Bosch, investigador del Museo de Ciencias Naturales y colaborador de la Comunidad de Madrid en el Centro de Cría de Anfibios en Cautividad de la Sierra de Guadarrama.
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